Mamografía, la importancia del diagnóstico precoz
Las posibilidades de curación de los cánceres de mama que se detectan en su etapa inicial (in situ) son prácticamente del 100%. Gracias a las campañas de diagnóstico precoz de cáncer de mama, la mortalidad por esta enfermedad ha disminuido de una forma significativa, al menos cuando se realiza en la edad de mayor incidencia (por encima de los 50 años).
Pruebas para el diagnóstico
La técnica más eficaz hoy en día es la mamografía, consistente en radiografiar las mamas con el objetivo de poder detectar lesiones en estadios incipientes de la enfermedad. Algunas ventajas del diagnóstico precoz con esta técnica:
- Permite detectar lesiones hasta 24 meses antes de que sean palpables.
- Permite anticiparse a la enfermedad, aún cuando las lesiones no han invadido en profundidad ni se han expandido a otros ganglios o partes del cuerpo.
- Permite –en una etapa precoz– aplicar tratamientos no agresivos, que apenas dejan secuelas físicas y psicológicas en la mujer.
Otros métodos complementarios a la mamografía
Existen otro métodos secundarios a la mamografía como la exploración física. Sin embargo, está comprobado y demostrado que éste método es muy poco eficaz ya que no permite el médico especialista la detección de tumores de pequeño tamaño, que sí serían detectados y diagnosticados con la técnica de la mamografía, de la cual se estima que puede detectar hasta el 90% de los tumores.
Edades recomendadas para el diagnóstico y detección
A día de hoy se recomienda la realización de esta prueba a mujeres de edades comprendidas entre los 50 y los 65 años, mediante la realización de mamografías cada 1-2 años.
Recientemente, se está incorporando mujeres en edades comprendidas entre 45-49 años y 65-69 años.
En edades comprendidas entre los 40 y 45 años solo es aconsejable si existiesen factores de riesgo genético.